yo.............. tu............. el............ nosotros........... vosotros............. ellos............ tenemos doble cara... ni absoluto ni objetivo. ArteZeta Lado B AZ2010: Emociones en un parque lunar: Pixies en Argentina

sábado, 9 de octubre de 2010

Emociones en un parque lunar: Pixies en Argentina

Pixies tocó por primera vez en Argentina. A continuación, la crónica de uno de los recitales más esperados del año.

“Ahora vienen los Beatles de los noventa”, dijo Cristian Aldana, cantante de El Otro Yo, cuando su banda terminó el set que recorrió sus más de veinte años de trayectoria. Los EOY no abusaron del tiempo en el escenario. Tocaron unos cuarenta minutos, haciendo un popurrí con los hits eternos de la banda, y se bajaron con grandes aplausos. Estuvieron bien y muy contentos arriba del escenario. Aprovecharon haber ganado el concurso que se hizo meses atrás para ver quién iba a ser la banda telonera de nada más ni nada menos que los Pixies. Aquella banda que abrió la puerta a todos los géneros musicales de los noventa, la que escuchaba una y otra vez Kurt Cobain meses antes de formar Nirvana, la que todos nosotros escuchábamos en nuestra adolescencia en un cassette mal grabado y rogábamos que alguna vez se editen sus discos por estos pagos. Aquella banda era y sigue siendo Pixies. Y en la catarata de bandas que vienen este año, por Internet o por revistas leímos hace algunos meses que venían por primera vez y a más de uno se nos cayó una lágrima. “Pixies en el Luna Park”. Miércoles 6 de octubre de 2010. Llegó la fecha. Entre algunas gotas de lluvia que caían por Buenos Aires, la gente entraba al mítico Luna para cumplir un sueño: ver a una de las bandas más importantes para sus vidas. Pasadas las 20:30, Black Francis, Kim Deal, David Lovering y Joey Santiago salieron a escena. Estaba el 100% del grupo. Por la tarde se había corrido el rumor que Kim no estaba en Buenos Aires por problemas de salud, se dijo primero que era por estrés, después que tenía una hernia pero fueron sólo bombas de humo.

Luego de unos segundos de silencio, el inconfundible redoble de batería y los riffs de bajo y guitarra de “Bone Machine” dieron comienzo a uno de los recitales más esperados ¿Los Pixies habrán escuchado alguna vez corear el riff de una canción? Si la respuesta es negativa se habrán asombrado y mucho. Porque si bien es normal que el público argentino siga la canción más allá de la letra, es algo que a muchas bandas internacionales les llama la atención cuando pisan por primera vez nuestro suelo. El Luna Park estaba lleno (las entradas, completamente agotadas) y tanto el público que estaba en el campo como los que estaban en las plateas cantaban hasta el punteo del primer tema del recital, inicio también de su primer disco editado en 1988 bajo el título Surfer Rosa. El recital no dio respiro. Continuó con otros clásicos de su primer LP, como “Broken Face” y “Something Against You”. Seguido a estas tres canciones, tocaron “The Holiday Song”, uno de los más festejados por el público, al igual que “Debaser”, tema que abre el segundo disco de la banda, el épico e histórico “Doolittle”. El escenario no tenía muchos chiches ni esas cosas de los grandes espectáculos a los que nos estamos mal acostumbrando. Sólo cuatro bolas gigantes que iluminaban la escena de colores verdes, rojas y azules, y ellos. Con eso basta y sobra.

Así se pasó la primera media hora de show y los clásicos seguían en forma continua. “Wave of Mutilation” provocó la emoción de todo el público, que cantaba a la par de Francis: “cease to resist, giving my goodbye / drive my car into the ocean / you'll think i'm dead, but I sail away /on a wave of mutilation”. El recital siguió con “I Bleed” y “Here Comes Your Man”, el mismo orden de canciones que tiene el disco. La gente, como era lógico, bailaba, se abrazaba, se reía y saltaba con esos riff tan pegadizos, tan necesarios y fundamentales en la vida de uno. Con el sonido en vivo de Pixies todo pareció volver veinte años atrás. Ellos prácticamente no se movían en el escenario, sólo daban pasos para adelante y atrás pero siempre muy metidos en sus instrumentos. El bajo tuvo un sonido muy marcado en cada tema, se podía distinguir perfectamente las distintas formas que utilizó Deal para rasguear las notas. Los punteos agudos de las guitarras sonaron tan puros como en los discos, sólo que con más distorsión y con un volumen tan ensordecedor como emocionante y asombroso. Muy interesante fue escuchar la estupenda versión de “Monkey Gone to Heaven” o el punteo de “La La Love You” para darse cuenta el origen de muchas bandas de los últimos tiempos posteriores a la Generación X. Nada parece haber cambiado en cuanto a lo musical para estos cuatro muchachos de Boston, y en vivo quedó demostrado.

Sorprendió escuchar en la mitad del concierto la canción “Gouge away”, tema que cierra “Doolittle”, y bien podría haber cerrado la primera visita de la banda a Argentina. Pero poco importaba el orden, la gente cantaba y gritaba a la par de Francis. Recién ahí, uno se daba cuenta de que la lista venía más o menos, por orden cronológico de sus discos. Y como todavía no habían hecho ningún tema de “Bosanova”, su tercer LP, editado en 1990, qué mejor momento para tocar “Velouria” y “Dig for fire”, los dos cortes de difusión de ese disco. Luego de esos temas, la cronología se rompió. El único momento donde el público pareció tomarse un respiro fue cuando escuchó atentamente el cover de Neil Young (“Winterlong”) que la banda trajo de regalo. Luego, los fans se dieron el gusto de escuchar en vivo dos canciones de su primer EP llamado “Come on Pilgrim”, publicado en 1987, y todo se convirtió en delirio. Mucho allí conocieron a la banda precisamente con estos dos temas, “Caribou” e “Isla de Encanta”, y el estadio entero cantó ambas canciones con cierta nostalgia de lo que estaba sucediendo en vivo. En el medio, tocaron “U-Mass”, del disco “Trampe Le Monde”, el cuarto y último disco editado por la banda. Luego de “Vamos”, y su espanmexicanenglish de la letra, se retiraron saludando en cada costado del escenario. Minutos más tarde, el agudo y reconocido coro de Deal en “Where is my mind” abrió los bises. Puedo asegurar que la mayoría del público tuvo la piel de gallina durante semejante clásico. Para cerrar la lista de temas sonó “Gigantic”, otro histórico de la banda cantado por la bajista, y cuando todo parecía terminado, se prendieron las luces del estadio, los integrantes saludaron unos minutos al público, pero el sueño no había terminado: ellos volvieron a cargarse sus instrumentos para cerrar el show con la segunda versión de “Wave of Mutilation” (para algún despistado, esta canción tiene dos versiones, la original y una segunda titulada “UK Surf”) y “Planet of Sound”. La gente con lo que le quedaba de fuerza, incrédula por lo que estaba pasando, seguía saltando y cantando, emocionados por este cierre. Volvieron a saludar y esta vez sí se retiraron del escenario.

A la salida, la mayoría compartía el mismo comentario hablando con sus amigos: que sonido fue increíble (un gran acierto hacerlo en un estadio cerrado y no al aire libre como serán muchos de los conciertos que se avecinan); el setlist fue perfecto (tal vez faltó “The Happening”, pero eso corre por cuenta del perfeccionismo obsesivo de quien escribe esta crónica), y ellos en vivo son palo y a la bolsa, como tanto nos gusta y como ellos acostumbran a ser en sus discos. Tan increíble como emocionante e histórico el concierto. Ahora sólo nos quedan los recuerdos y la nostalgia del día después y las anécdotas para contarle a la gente que conozca a la banda a partir de este momento.

Nota: Gonzalo Penas


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